El retrato a través de lo esencial: la pintura de Jose Lerma

Cuando Jose Lerma se encontró con “Reception of the Grand Condé by Louis XIV” de Jean-Léon Gérôme en el Musée d’Orsay de París, se sintió atraído por las figuras ubicadas detrás de la multitud. Conocido por su realismo meticuloso, Gérôme representó a estos pequeños personajes con pinceladas mínimas, una decisión que ha influido en el trabajo de Lerma durante más de una década.

Exagerando la cualidad escasa de estas figuras, Lerma pinta retratos en grandes franjas de acrílico aplicadas con escobas y herramientas industriales. Las nuevas obras mantienen los contrastes de piezas anteriores, con trazos bien definidos que recorren el arpillera para formar gruesas crestas de impasto.

En su nueva exposición individual, Bayamonesque, en la Nino Mier Gallery de Bruselas, Lerma presenta la culminación de su estilo actual. El título hace referencia a su crianza en Bayamón, Puerto Rico, y a cómo pensamos sobre el parecido. Pintando tanto sujetos reales como personajes manufacturados, los retratos hacen referencia a aquellos que de otro modo podrían quedar relegados al fondo, reduciendo su semejanza solo a lo necesario.

Oscilando entre lo figurativo y lo abstracto, las composiciones son lo que Lerma denomina como “el resumen de un retrato… El pintor abstracto en mí se siente atraído, sobre todo, por ciertas personas por rasgos específicos que pueden descomponerse a su mínima expresión como elementos pintables: una capucha expresiva, una nariz llamativa, una forma distintiva de los labios”.